Pensar las desigualdades de género dentro del voluntariado requiere una lectura situada y un análisis específico sobre la propia práctica y el contexto Sur – Norte en el que se desarrolla el voluntariado internacional. Para aportar a estos debates Fundación SES partició en el webinario internacional “Rethinking Gender (In)Equality in Global Volunteering”, organizado por CCIVS —por sus siglas en inglés, Comité de Coordinación del Servicio Voluntario Internacional— en apoyo al Objetivo Juvenil Nº 2 de la Unión Europea: Igualdad de todos los géneros.
Mariela Ortiz Suárez, coordinadora de Subir al Sur, el programa de voluntariado intercultural de la Fundación, compartió la necesidad de pensar el voluntariado en la región Latinoamericana en función de 3 ejes de reflexión: los roles de género en la asignación de tareas voluntarias, las brechas de género en el tiempo de dedicación al trabajo voluntario y de cuidados y la violencia sexual en el voluntariado.
En América Latina, particularmente, estos desafíos se ven intensificados por la falta de un marco común y propio para definir y operar en el voluntariado internacional, “El trabajo con las organizaciones, las personas voluntarias y las comunidades exigen enfocar nuestra práctica desde una perspectiva de géneros y derechos para no replicar o profundizar desigualdades” expusó Ortiz Suarez.
Según el reporte global de UNV (Voluntariado de Naciones Unidas), el Objetivo de Desarrollo Sostenible Nº5 (igualdad de género) figura entre las principales contribuciones del voluntariado a nivel global (tomando el segundo lugar entre sus aportes). Del mismo modo, en 2024, Subir al Sur realizó la investigación sobre el campo del voluntariado internacional en la Argentina, Voluntari.AR, y en ella también las organizaciones consultadas posicionan al ODS 5 en un segundo lugar, siendo así uno de los objetivos al que más contribuyen.
Promover voluntariados interculturales que incorporen una perspectiva de género amplia e inclusiva, que reconozcan la diversidad de identidades y garanticen entornos seguros, libres de violencia y discriminación, es clave para avanzar hacia una participación más equitativa. Asimismo, continuar el debate y compartir buenas prácticas permite que jóvenes voluntarias y voluntarios ejerzan sus derechos y contribuyan a la equidad en sus comunidades y organizaciones.
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